La evolución del vestido de baño está directamente ligada con el movimiento de liberación femenina, y no sería para menos que esta prenda sea la viva representación de la autonomía de las mujeres sobre su propio cuerpo.
Es un poco abrumador ver las fotografías antiguas de los vestidos de baño y compararlas con lo que vemos hoy, llenos de confort, diseño y estilo. Sobre todo, porque los primeros suponían una serie de capas de tela bastante pesadas, cuya única función era conservar el pudor de la época sobre el cuerpo femenino.
Este largo proceso de adaptación de una simple prenda de vestir, no solo cambió el paradigma de cómo era vista la desnudez, sino de cómo el mar y la playa eran vistos. No se trataba de lugares idílicos en los que se suelen planear vacaciones enteras y disfrutar de largas jornadas de nado o bronceo. Las playas eran sitios para caminar y el agua salada solo se veía con superstición como la cura para los males de la época.
Se puede decir que todo inició con la reina Victoria a mediados del siglo XVIII, que solía tomar baños en el mar durante el verano en la isla de Wight. Ante la preocupación de su majestad de ser observada por los súbditos, su esposo el príncipe Alberto, mandó construir una especie de cabina con ruedas que se llevaba hasta el nivel del agua y en el cual se transportaba la reina para no ser vista caminando hacia el agua con su traje de baño, que era más bien un traje de calle normal con un poco menos de peso.
Sin embargo, estos baños en el mar no se hacían con un propósito recreativo, por lo que la necesidad de una prenda para nadar como tal solo se dio entre 1912 y 1915.
El traje de baño de la época estaba conformado por un camisón robusto de lana, pantalones y medias. También se usaba sombrero porque la piel bronceada evocaba el origen campesino.
Fue solo hasta los años 20 que las mujeres "irreverentes" que se salían de los estándares sociales y las normas de comportamiento propias de la época, empezaron a crear prendas un poco más ligeras compuestas por pantalones más cortos y camisa.
En los años 30 se pone de moda el bronceado y con ello llega el primer vestido de baño enterizo con un escote más pronunciado y detalles de diseño enfocados en favorecer la comodidad y mostrar la figura femenina.
De ahí en adelante la evolución social y física del vestido de baño fue más rápida y comenzaron a verse trajes de dos piezas de short con cintura alta y top. Muy similar a lo que vemos ahora con la moda de los bikinis con control de abdomen.
Pero los materiales dificultaban un poco el proceso porque no se tenía la tecnología para crear piezas más elásticas, por lo que era muy común ver vestidos de baño con formas toscas y exceso de tela, hasta que se llegó a lo que conocemos hoy que permite jugar con todos los colores, texturas y formas. Yendo más allá de un simple traje para nadar o broncearse y convirtiendo esta prenda en parte de un discurso donde la mujer es dueña de sí misma y segura de lo que quiere.
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